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Entre que son peras o son manzanas…

March 3, 2012

El primer paso hacia escribir el que en este momento será mi blog número 25 (algunos eran tumblrs, otros solo los abrí para molestar a alguien) Bueno las cifras hablan por sí mismas, es claro que no tengo la menor idea de cómo podré escribir este primer post (que ya por fin será mi primer post de mi primer blog en serio…de este año…espero).

Sin más preámbulos  y porque soy un firme creyente de que una imagen habla más que mil palabras helo aquí:

oso hormiguero bebiendo

Así es, esta imagen resume bastante bien mi experiencia con el internet, qué es esta bestia inmensa azarosa y que ha cambiado nuestra cultura en la última década más que ninguna otra -inserte aquí su comparación típica con la televisión, la radio, el teléfono, el fuego etc-.

En resumen: en este nuevo y brillante blog intentaré hablar sobre mi trabajo y el internet…eso haré

En lo que termino mi web les dejo este bonito blog…y en lo que termino el header les dejo este bonito post…y en lo que escribo un post más en forma les dejo sabias palabras que usurpo del buen maese David Casacuberta:

Atrás han quedado, felizmente, aquellos tiempos en que las izquierdas veían tras las nuevas tecnologías de la comunicación formas de alienar a la ciudadanía. De todas formas, aún queda bastante trecho que correr, pues esa suspicacia injustificada ha sido substituida por un enfoque meramente pragmático a la hora de valorar la importancia de la Red de Redes en el desarrollo político. Así, más allá de los valores organizativos y de comunicación del correo electrónico, o de una vaga idea de reducir el gasto público utilizando las nuevas tecnologías, las fuerzas progresistas básicamente no se pronuncian sobre Internet. Está también el uso más demagógico de “apuntarse” a la “movida” de las nuevas tecnologías porque ello da apariencia de “moderno”, pero ningún político serio debería estar interesado en semejante vía.
Escribo este manifiesto para reivindicar la importancia política que tiene Internet para la izquierda. Intento también mostrar los principios desde los que la tercera izquierda debería mirar Internet para convertirla en su aliada.
1. Internet es ecológica.
Piensen un momento en todo el papeleo que genera la administración pública. Los movimientos de vehículos privados para llevar documentos arriba y abajo. Una administración pública digital reduciría una buena parte las montañas de papel y los desplazamientos privados. Ello redundaría no sólo en el presupuesto público, sino también en la ecología.
2. Internet es respetuosa con las diferencias
Esta reducción del movimiento interno de la ciudad resulta obligatorio cuando pensamos en discapacidades: para una persona invidente o con movilidad reducida una administración digital supondría una ventaja enorme, al evitarle desplazamientos farragosos y poder hacer toda una serie de gestiones cómodamente desde casa. También se beneficiarían personas con inmovilidad temporal o jubilados que, por problemas de edad también encuentren complicado desplazarse.
3. Internet crea comunidad
Pienso que esta es la característica política más importante de Internet, y que sigue pasando desapercibida a buena parte de los movimientos progresistas. Internet facilita la libre interrelación entre ciudadanos, que pueden trabajar en proyectos comunes; desde una web informativa para immigrantes a la confección de una novela colectiva, pasando por un espacio de debate en el que criticar la política cultural de un municipio o el desarrollo de herramientas de programación en código abierto. Muchas veces se comete el error de querer protagonizar esos espacios y de intentar imponerles unas siglas: se sigue pensando en el internauta como en un votante, alguien que básicamente delega su responsabilidad política en otros, cuando en realidad Internet ofrece todas las herramientas para facilitar no sólo la creación de un canal continuo de diálogo entre políticos y ciudadanos sino permitir a los ciudadanos que se auto-organicen y desarrollen sus propios proyectos sociales y políticos autónomos.
4. Internet facilita la igualdad de oportunidades.
A la hora de permitir el libre diálogo y la expresión de opiniones en un contexto físico, existen toda una serie de dificultades que los ciudadanos han de trampear. En una asamblea no siempre gana el que tiene el mejor argumento, sino el que es capaz de expresarlo de forma más persuasiva. El aspecto, la raza, el sexo y tantas otras variables que poco tienen que ver con la efectividad de una solución o planteamiento son muchas veces determinantes a la hora de valorar un argumento. Igualmente, exponer ciertas opiniones en público en un espacio “real” puede acabar siendo coaccionado al considerar posibles venganzas o ajustes de cuentas por parte de terceros. En un sistema virtual como un foro este tipo de dificultades se mitigan considerablemente: el ciudadano árabe puede expresar su opinión sin temer que el color de su piel sea determinante pues los otros participantes sólo ven sus palabras, y no su aspecto; una mujer podrá exponer sus ideas sin temer humoradas a costa de su sexo, pues en el lenguaje no se manifiesta; un empleado protegido por el anonimato de Internet puede denunciar prácticas poco éticas de su jefe, sin temer el despido.
5. Internet posibilita la cooperación transnacional.
A veces por resultar obvio, nos olvidamos de que el espacio siempre ha sido un obstáculo clave para construir entendimientos entre países y culturas. Internet está cambiando eso, y cada vez es más fácil ver asociaciones espontáneas de ciudadanos que se organizan entre diversos países buscando un fin común: desde reivindicaciones políticas a proyectos multiculturales. A través del módem o el cable, los territorios más lejanos están al alcance de nuestros dedos.

Acabamos de ver algunas de las ventajas políticas de Internet. Sin embargo, estas ventajas no vienen directamente con el paquete. La tecnología por sí misma, no es ni buena, ni mala, ni neutral. Si queremos garantizar los cinco principios registrados arriba, necesitamos comprometernos también con una serie de necesidades de las nuevas tecnologías de la información que garantizan tales principios.

1. Internet ha de ser para todos.
Todas las ventajas mencionadas arriba son papel mojado si no se garantiza el acceso universal. A veces se entiende este derecho desde una perspectiva puramente económica: el estado ha de garantizar la existencia de unas infraestructuras de telecomunicaciones para que no haya exclusión digital. Pero la exclusión digital no es meramente económica. Hemos hablado ya de discapacitados: para una persona invidente la mayoría de las páginas de Internet están fuera de su alcance. Otras personas, debido a su edad, origen social, formación académica, etc. encuentran particularmente difícil entenderse con una máquina. El gesto, para nosotros obvio,, de “hacer click” y abrir una carpeta para ellos resulta un auténtico misterio. Un gobierno progresista ha de minimizar todo este tipo de exclusiones hasta que se hagan prácticamente irrelevantes.
2. Internet ha de ser libre. 
A veces se quiere argumentar la naturaleza intrínsecamente libre de Internet. Regular Internet, dicen, es como poner puertas al campo. Se trata de una confusión entre una arquitectura concreta, la actual, como si fuera la “naturaleza” de Internet. Pero Internet es software, no tiene una naturaleza. Por tanto, su estructura podría cambiar. En unos años, simplemente añadiendo una capa más de seguridad encima de la estructura actual, podríamos pasar a una Internet de control y vigilancia continua, una versión virtual de la sociedad imaginada en 1984 por George Orwell. Desde la tercera izquierda hemos de asegurar que el legítimo deseo de buscar seguridad para el desarrollo del comercio electrónico en ningún momento pone en peligro nuestras libertades básicas en la red.
3. Internet ha de regularse.
Aunque pueda parecer contradictorio con el punto anterior, en realidad no es así. La libertad como tal solo existe en un contexto regulador en que se intenta que todos los derechos de todos los participantes son maximizados y respetados al máximo. Detrás de muchas supuestas utopías anárquicas que nos venden desde Silicon Valley sólo está la mano invisible del mercado. Suponer que la libre regulación del mercado nos dará la libertad sin necesidad de leyes, aparte de no resultar creíble, está totalmente a las antípodas de un pensamiento de izquierdas. El estado, el gobierno, bien entendidos, nos representan a todos. Sólo una regulación progresista es garantía de libertad sin discriminaciones, en sintonía con los dos principios de más arriba.
4. Internet ha de ser espacio público.
Por muy virtual que sea, Internet es también un espacio, y hay que garantizar que sea lo más público posible. En primer lugar, desde la perspectiva del acceso, que sea realmente universal. Pero también es necesario garantizar un desarrollo libre y sin cortapisas de las iniciativas ciudadanas. De la misma forma que un ayuntamiento realmente progresista no cree que la calle sea suya, y que fomenta las actividades culturales, artísticas y políticas sin intentar nunca dirigirlas, lo mismo ha de suceder en la Red. Frente a políticas dirigistas de “apuntarse tantos” e intentar vampirizar iniciativas de ciudadanos espontáneas, la tercera izquierda ha de financiar y colaborar con cuantas iniciativas surjan, potenciándolas. Pero su misión no es dirigir ideológicamente esas propuestas, sino canalizarlas y asegurarse simplemente de que se desarrollan desde una perspectiva de libertad, diversidad y solidaridad.
5. Internet ha  de tener una arquitectura abierta.
Desde el auge y caída de las puntocoms diversos complejos industriales y mediáticos buscan el dinero fácil en la red. Las prácticas monopolistas y estandarizadoras de la globalización económica son increíblemente precisas, exitosas y peligrosas en las nuevas tecnologías de la comunicación. Frente a los abusos de grandes compañías como Microsoft, Adobe, y un no tan largo etcétera de grandes corporaciones dispuestas a controlar los mecanismos de acceso, Internet ha de tener una arquitectura abierta que posibilite los cuatro puntos anteriores sin los que nunca tendremos una sociedad de la información progresista. Ello implica sobre todo una defensa activa orientada a fomentar el código abierto. Frente a tecnologías propietarias como Windows defender sistemas operativos no propietarios como Linux, FreeBDS, etc. Frente a software propietario que crea mal llamados estándares defender la creación de programas en código abierto, fácilmente modificables por el usuario y que garantizan la arquitectura abierta de la red.
Pero esta filosofía abierta no se manifiesta sólo en el software. Se puede pensar en textos, imágenes y música como código abierto. En la sociedad de la información, el valor de cambio es el conocimiento, y hay que asegurar, por todos los medios, que nadie se va a quedar fuera de ésta por no tener los requisitos económicos de acceder a ese conocimiento. El saber, la información ha de ser patrimonio de los ciudadanos, y no de una serie de corporaciones que sólo buscan un beneficio económico basado en forzar monopolios que está en las antípodas de un pensamiento progresista.
La sociedad de la información está ahí, a la vuelta de la esquina. Los progresistas hemos de ser bien conscientes. No podemos darle la espalda pensando que es un cambio sin importancia. Se trata de una verdadera revolución. Hemos de acercarnos a esta revolución con espíritu optimista y también vigilante. Internet puede tener todas las ventajas listadas más arriba. Pero no derivan de ninguna “naturaleza intrínseca” de las tecnologías de la información. Estas tecnologías no tienen naturaleza. Son puro código, y por tanto amoldables a miles de situaciones. Desde la tercera izquierda hemos de asegurar que la situación final resultante defenderá valores como el acceso universal, la libertad y la auto-organización de los ciudadanos. No hay nada más político que la tecnología y es nuestro derecho y nuestro deber ayudar a su desarrollo como un espacio de libertad y solidaridad.